España, en situación privilegiada respecto a la rabia

El pasado día 8 de septiembre de 2007 se celebró el Día Mundial de la Rabia. El objetivo de este evento no es otro que incrementar la concienciación mundial acerca de esta enfermedad, promover la educación sobre su control y prevención a nivel local, y movilizar y coordinar recursos hacia la prevención de la rabia humana y el control de la enfermedad en los animales.

En España disfrutamos de una situación epidemiológica privilegiada en relación con esta gravísima zoonosis, ya que en el territorio peninsular e islas, y salvo el brote de Málaga de 1975, se considera erradicada desde 1966.

Definición de la enfermedad y distribución geográfica

La rabia es una enfermedad vírica que ocasiona trastornos en el Sistema Nervioso Central de los individuos afectados, y con consecuencias mortales en la práctica totalidad de los casos.

Presenta una distribución mundial, con un gran número de mamíferos susceptibles, que actúan como reservorios de la infección, y miles de muertes (40.000-60.000) al año, especialmente en países en vías de desarrollo.

En Europa y Estados Unidos, los esfuerzos realizados para su control han llevado a una significativa disminución de su incidencia, e incluso a su erradicación en amplias regiones geográficas.

Hemos de distinguir dos ciclos epidemiológicos diferentes en relación con esta enfermedad: el ciclo mantenido por mamíferos terrestres (perros, gatos, y algunos carnívoros silvestres como el zorro, el mapache, etc.) y el mantenido por los murciélagos. Aunque el hombre puede adquirir la enfermedad por ambas vías, el primero supone mucho mayor riesgo epidemiológico que el segundo, y más si afecta a animales domésticos (rabia urbana) que si los implicados son solo animales silvestres (rabia selvática). La rabia transmitida por murciélagos no supone un riesgo epidemiológico importante, salvo que se manipulen animales afectados o se produzca una mordedura accidental por uno de ellos, hecho altamente infrecuente.

En relación con la rabia terrestre, en Europa occidental prácticamente ha desaparecido la transmitida por animales domésticos (perros y gatos) y ha disminuido enormemente la que afecta a animales silvestres, gracias a las campañas de vacunación oral de estos animales. En Europa oriental, incluida Turquía, todavía se producen muchos casos de rabia en perros domésticos, con el grave riesgo para la salud humana que ello supone, por la fácil transmisión de la enfermedad al hombre con el que conviven.

En España (península e islas) no existe rabia en animales terrestres desde 1966, salvo el brote aparecido en Málaga a mediados de los años 70, que pudo ser controlado con relativa rapidez, aunque se saldó con 2 personas muertas y decenas de animales afectados.

Las dos ciudades españolas situadas en el norte de África (Ceuta y Melilla) presentan esporádicamente casos de rabia en animales domésticos (perros), debido a la permeabilidad que existe en sus fronteras con el reino de Marruecos, en el que esta enfermedad sigue presente.

En lo que se refiere a la enfermedad en murciélagos, en toda Europa presenta una distribución geográfica diferente a la observada para la rabia de mamíferos terrestres, indicando con ello que en los quirópteros la enfermedad tiene su propio ciclo. Aunque también está presente en España, el riesgo de contraer la enfermedad por esta vía es bajo si se adoptan las medidas de precaución que se describirán más adelante.

Modo de transmisión

El virus de la rabia se transmite a través de la saliva del animal enfermo cuando es inoculada al individuo sano a través de heridas o laceraciones de la piel, sean estas causadas por el propio animal transmisor (mordeduras) o preexistentes. Se ha descrito transmisión por vía aérea en situaciones de presencia de aerosoles con alta concentración vírica (cuevas poco ventiladas habitadas por altas densidades de murciélagos). También puede producirse transmisión a través de mucosas, pero no a través de piel intacta.

El tiempo que tardan en aparecer los síntomas de la enfermedad depende de diversos factores como: cercanía del Sistema Nervioso Central (encéfalo) al punto de inoculación, existencia de mordeduras múltiples y profundidad, inervación de la zona, variante del virus y cantidad de virus inoculado, y la ausencia o no de tratamiento inmediato de las heridas.

En el hombre, el período de incubación por lo general es de 2 a 8 semanas, pero puede ser muy variable (10 días hasta varios años), dependiendo de la dosis viral inoculada, tipo y lugar de la herida. Así , inoculaciones en cabeza, cuello y extremidades anteriores, tienden a desarrollar periodos más cortos que las que tienen lugar en tronco o extremidades inferiores.

La gravedad de la enfermedad y la importancia de las medidas de prevención y de control de animales agresores, radican en que, en lo que se refiere a personas, puede decirse que la enfermedad es invariablemente mortal tras la aparición de los primeros síntomas.

Prevención, vigilancia y control

La eliminación de la enfermedad como zoonosis, depende de su control y erradicación en los mamíferos implicados en su ciclo de transmisión.

En este sentido, ninguna medida ha ayudado tanto a reducir la incidencia de la rabia en el hombre como la vacunación masiva de perros domésticos. Se ha demostrado que la vacunación del 70-80% de los perros de una población determinada, bloquea la ocurrencia de epidemias de rabia, siendo estas las cifras inmunización recomendadas por la OMS.

En España existen diferentes pautas de vacunación antirrábica en función de la comunidad autónoma. En Madrid la vacunación antirrábica de los perros es obligatoria, con periodicidad anual.

Medidas adicionales, como la identificación individual de animales de compañía, la adecuada gestión de los censos de perros y gatos y el control de las poblaciones de animales vagabundos y abandonados, han permitido en países como España erradicar la enfermedad y controlar con facilidad posibles nuevos brotes.

En lo que se refiere a rabia silvestre, es necesaria la inmunización de las poblaciones afectadas mediante el suministro de cebos orales, que se han revelado muy eficaces, y de hecho han permitido obligar a retroceder a la enfermedad en amplias zonas de Europa.

En el caso de los murciélagos, es necesario mantener sistemas de vigilancia sobre sus poblaciones, diagnosticando posible existencia de la infección en animales sospechosos, asociado, a ser posible, con la identificación de la especie implicada.

Actuación en caso de una agresión por un animal

La existencia de un incidente de agresión por un animal, pone en marcha el protocolo de control antirrábico, para lo cual es condición indispensable que la agresión sea notificada ante los órganos responsables del mismo.

Los perros que hayan mordido, o los sospechosos de padecer rabia, han de ser puestos bajo observación veterinaria durante 14 días. Si en ese periodo el animal muriese o desarrollase sintomatología, deberá ser sometido a pruebas diagnósticas, dado que la única forma de realizar un diagnóstico fiable de rabia es identificando el virus o alguno de sus componentes específicos mediante pruebas laboratoriales

En función de los resultados obtenidos durante el período de control veterinario, se adoptarán las medidas que procedan, tanto en relación con el animal como con la persona afectada.

Es fundamental que este control se realice en el plazo más breve posible tras la agresión, dado que cualquier tratamiento que haya de ser impuesto a la persona mordida debe iniciarse antes de la aparición de los primeros síntomas de la enfermedad.

En cualquier caso, ante una herida sospechosa, el tratamiento local de esta debe incluir un lavado inmediato con agua jabonosa a chorro y la subsiguiente desinfección con antisépticos locales (alcohol 70º, povidona yodada, etc.) evitando, en la medida de lo posible su sutura.

Serán los servicios sanitarios quienes, en función de la información disponible sobre el animal agresor y otros factores, evaluarán la conveniencia o no de instaurar una pauta de vacunación antirrábica en la persona mordida.

En la Ciudad de Madrid, todo propietario de un animal que se haya podido ver implicado en un episodio de agresión a una persona o a otro animal, deberá trasladarlo al Centro de Protección Animal (Ctra. del Barrio de la Fortuna, 33; teléfono 91.309.41.35) en el plazo máximo de 72 horas. Una vez allí, y evaluada la situación del animal, su documentación y otros datos de interés, los técnicos veterinarios decidirán si el período de 14 días de observación se habrá de realizar con el animal ingresado en el propio centro o será posible que se lleve a cabo en el domicilio del propietario.

Tras la mordedura, y durante el período de control antirrábico, el propietario de un animal agresor está obligado a:

  • Garantizar su adecuada custodia hasta su traslado al Centro de Protección Animal, así como durante el periodo de observación antirrábica si esta se realiza en el domicilio
  • Evitar desplazamientos del animal fuera del domicilio
  • No administrar la vacuna antirrábica durante el periodo de observación.
  • Comunicar a los técnicos veterinarios municipales cualquier incidencia.
  • En caso de muerte del animal, trasladar el cadáver en un plazo máximo de 24 horas al Centro de Protección Animal.

El incumplimiento de las normas de ingreso y custodia de los animales agresores para su observación antirrábica está considerado como infracción grave.

En caso de mordedura, toda persona agredida debe consultar a su medico de cabecera al objeto de que este determine las actuaciones profilácticas o terapéuticas que pudieran proceder, así como al Servicio de Inmuniprofilaxis de Rabia Humana (c/ Montesa, 22, tlfno: 91.588.51.02) , donde recibirá información médica de interés.

Puede encontrarse más información relativa al control antirrábico de animales agresores en Madrid en www.madridsalud.es/salud_publica/departamentos/veterinario/agresiones.htm .

Recomendaciones rabia de quirópteros

La prevención de la transmisión de rabia por mordedura de murciélagos insectívoros en España pasa por adoptar las siguientes recomendaciones:

  • Es peligroso entrar en contacto directo estos animales, más concretamente, recoger o tocar murciélagos enfermos o con comportamientos anormales. Esta recomendación ha de trasladarse especialmente a la población infantil, que constituye un grupo de elevado riesgo al respecto, por tendencia a tocar animales, vivos o muertos, que les puedan resultar accesibles.
  • Cuando una persona haya podido ser mordida o entrar en contacto con saliva de murciélago, debe consultar inmediatamente con las servicios sanitarios competentes. De hecho, ante una herida producida por mordedura de murciélago, está absolutamente indicado la aplicación inmediata y completa del tratamiento antirrábico post-exposición (posterior a un posible contacto con el virus) en la persona afectada.
  • Se debe intentar proceder a la captura e identificación del murciélago implicado en un incidente de los indicados en el punto anterior, manteniendo normas estrictas de seguridad en su captura y sacrificio, y enviando el cuerpo para su análisis a través de los servicios sanitarios competentes. En el caso de la ciudad de Madrid se trasladará al ejemplar al Centro de Protección Animal.
  • Si bien se llevan a cabo medidas de vigilancia epidemiológica en los quirópteros a fin de obtener un seguimiento de la situación de la rabia en estos animales, inicialmente no se deben plantear medidas de sacrificio incontrolado e indiscriminado de estos animales, dado que se trata de una estrategia, no solo ineficaz, sino de efectos negativos para el ecosistema.
  • Los servicios médicos habrán de valorar la posibilidad de aplicar la vacunación pre-exposición (anterior a un posible contacto con el virus), a aquellas personas que realicen actividades en lugares cerrados con altas densidades de murciélagos (espeleólogos y similares), que trabajen con estos animales, o que puedan estar con cierta frecuencia en situación de riesgo al respecto. Ante cualquier duda al respecto, consulte a los servicios sanitarios.

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